Esta serie de Serigrafías intervenidas con pastel seco y grafito, todas de 100 x 70cm.(2018),  son fruto de una búsqueda que invita a la introversión y el intimismo. Los espacios que se configuran parecen remitirnos a lugares remotos, ya sea que estos hagan referencia a lo micro, lo macro o (lo que no es una pequeña sutileza) a lo macro en lo micro. Efectivamente las imágenes impresas (serigrafía) son fotos microscópicas del cuerpo humano, algunas son acercamientos infinitesimales al torrente sanguíneo, otras a la piel, y una tercera variante es un acercamiento a una foto en si, es decir un extracto mínimo de una foto aumentado a tal punto que lo representado deja de reconocerse para transformarse en  un tramado abstracto. La sugerencia de que lo pequeño remite o es un símil de lo inmenso, o de que ambos términos son relativos, es un factor determinante en la exploración que lleve a cabo aquí. Otro aspecto que sugieren estas obras es la apariencia, debido al rigor, del uso de lo digital para conformar la imagen, cuando de facto son trabajos estrictamente manuales en su hechura. Hay un proceso de calce (se utilizan para ello tecnologías tan antiguas como la regla el compás y herramientas de recorte) y por ultimo para agregar a este juego de ambigüedades visuales, las imágenes son  intervenidas por figuras de aspecto rudimentariamente antropomórficas, que pueden aludir a lo más originario de la representación de nosotros mismos. De este modo lo arcaico y lo moderno, lo ínfimo con lo inmenso, lo digital con lo analógico confluyen como tensión, problematizando y profundizando en la condición en la que nos encontramos. ¿qué tan alejados estamos  de los orígenes realmente? ¿qué tanto hay en lo contemporáneo que remite, aun en contra de nuestra voluntad, a una raíz que continua intacta?